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LOS BUFETES SIGUEN APOSTANDO POR LAS FUSIONES TRANSOCEÁNICAS

Expansión
Los despachos internacionales prosiguen la búsqueda de operaciones de concentración para ganar músculo en un mercado global. Que las culturas de firma sean semejantes es lo más importante.
El auge de las grandes uniones transoceánicas entre despachos de abogados no decae. Cuando parece que se dejan de oír campanas de boda entre importantes operadores jurídicos internacionales, aparecen nuevos novios con ganas de contraer matrimonio. En una economía cada vez más global, con millonarias transacciones multijurisdiccionales, los principales bufetes de abogados, sobre todo los anglosajones, han entendido que es necesario llegar con garantías allá donde puede viajar el cliente o, mejor aún, allí donde también hay potenciales clientes.
En los últimos años, se han creado varias firmas de abogados globales que han modificado sustancialmente la radiografía de los despachos más grandes del mundo. Fundamentalmente, la principal apuesta ha sido la de unir firmas de dos países tradicionalmente amigos, con una lengua común y culturalmente parecidos –aunque a veces no tanto– como Estados Unidos y Reino Unido. Ha sido el caso de firmas como DLA Piper, Hogan Lovells, Squire Sanders Hammonds o Norton Rose Fullbright.
Sin embargo, más recientemente las firmas anglosajones están apostando por entrar en otros mercados, como Australia, China o Europa continental. Así, por ejemplo, se han producido fusiones como la del bufete angloamericano SNR Denton con el francés Salans; los británicos Ashurst y Herbert Smith con los australianos Blake Dawson y Freehills, respectivamente, o hace unos meses el inglés SJ Berwin con el chino-australiano King & Wood Mallesons.
Cronología de las uniones
– En el nuevo milenio, DLA Piper fue pionera cuando en 2005 efectuó la fusión trasatlántica entre los bufetes de Reino Unido y EEUU: DLA, Piper Rudnick y Gray Cary.
– En 2010, la firma de Estados Unidos Hogan & Hartson y la británica Lovells sellaban su unión y creaban Hogan Lovells. Se iniciaba un periodo de fusiones transoceánicas.
– El despacho de EEUU Sonnenschein Nath & Rosenthal y el británico Denton Wilde crearon en 2010 SNR Denton. En 2012, se unieron el francés Salans y el canadiense Fraser Milner.
– Además de infinidad de contactos que no fructificaron, desde 2011 se han producido varias fusiones, como: Squire Sanders Hammonds, Norton Rose Fullbright, Ashurst Blake Dawson, Herbert Smith Freehills o King & Wood Mallesons SJ Berwin, entre otras.
Pero tanto si la fusión es sólo a través del Atlántico o a través de otros océanos, todas estas fusiones tienen un fuerte componente estratégico. Burkhart Goebel, socio director de Europa continental y miembro del consejo mundial de Hogan Lovells, asegura que “la decisión fue estratégica. Cuando te planteas una fusión entre despachos vale la pena prepararse y no precipitarse. En nuestro caso, el noviazgo duró dos años, porque había cosas difíciles de vencer y porque teníamos claro que queríamos un despacho completamente integrado”.
Estrategia Juan Picón, codirector internacional y senior partner en España de DLA Piper, afirma que “una fusión sólo puede ser parte de una estrategia. Debe ser un medio más para llegar a un fin, y no un fin en sí mismo”. En el caso de DLA Piper, una de las primeras en realizarse (2005), el proceso de fusión duró 12 meses. “Para nosotros, la parte más complicada fue precisamente encontrar un buen socio para unirnos, porque nos empeñamos en asegurarnos que con quien nos asociáramos tuviese una cultura y unos valores parecidos a los nuestros”, explica Picón, que añade que “al final del proceso siempre surgen dificultades, pero se acometen más fácilmente desde un alineamiento de estrategias, valores y objetivos”.
Todos los abogados consultados coinciden en otorgar a la cultura el primero o uno de los aspectos más prioritarios para que se produzca una fusión con éxito. “Las culturas de ambas firmas deben ser semejantes o, a priori, que vayan a ser compatibles”, aseguran.
Otro de los motivos más esgrimidos para que una unión entre bufetes se produzca es que la misma signifique una ampliación considerable de la red geográfica en varios continentes, teniendo prácticamente una presencia global. Éste fue el elemento más importante para Ashurst en su unión con Blake Dawson. “En nuestro caso, la fusión fue la vía más adecuada para reforzar nuestra práctica en Asia Pacífico y de estar presentes en Australia, necesidades que se habían convertido en prioritarias para poder dar un servicio óptimo a nuestros clientes”, afirma el socio director de la firma en España, Eduardo Gracia.
No es tan importante, sin embargo, para los socios consultados, que “no haya duplicidades de personas y sedes para evitar despedir a muchos profesionales o cerrar oficinas”. Tampoco es una de las opciones más señaladas que “cuadren los números y que la fusión suponga más negocio y mayor beneficio para los socios”. Sin embargo, Goebel reconoce que “el hecho de que los números cuadren es sumamente importante para una fusión de este tipo y que las rentabilidades sean similares, de tal manera que no se produzcan desequilibrios a futuro”.
Pero el socio de Hogan alerta de que “las fusiones siempre suponen un coste relevante de integración, con lo que no puede esperarse un incremento del beneficio por socio al día siguiente y hay que saber gestionar muy bien las expectativas de los socios”.
Pero, ¿qué es lo más fácil y lo más difícil de este tipo de fusiones transoceánicas? “Para nosotros, lo más sencillo ha sido integrarse gracias a la afinidad cultural y la calidad humana de los socios y abogados de ambas firmas, y lo más complicado construir una práctica realmente global que ha tardado en generarse, pero se ha conseguido”, relata Rafael Alonso, socio director en España de Squire Patton Boggs (antes Squire Sanders Hammonds).
Para Picón,”las más arduas han sido los actos de generosidad que se requieren en estas fusiones, cuando determinados elementos locales hay que supeditarlos a la estrategia global”. En caso de Hogan, Goebel confiesa que “el reto más complicado –pero al fin y al cabo clave para una fusión como ésta– fue el establecimiento de un sistema de gestión y de cálculo/distribución de beneficios únicos, además del reto de integración cultural”. Gracia añade que “el esfuerzo ha de ponerse fundamentalmente en armonizar procesos, prácticas e instrumentos de trabajo”.
Unión entre Oriente y Occidente Hace siete meses se hacía efectiva la primera gran fusión jurídica entre Oriente y Occidente. La firma británica SJ Berwin se fusionaba con la asiática King & Wood Mallesons, que era fruto a su vez de una unión anterior entre uno de los grandes bufetes de China y un importante despacho de Australia.
Hasta entonces, ninguna firma con sede en Asia había liderado una gran fusión, que incluso significó que desapareciera el nombre histórico de SJ Berwin del bufete resultante.
La fusión convierte a la firma, mezcla de culturas inglesa, china y australiana, en una de las 25 principales en el mundo y la octava firma según el Global 100 Survey de 2012 de The American Lawyer por número de abogados: más de 2.700, con 550 socios en 30 ubicaciones en todo el mundo, incluyendo China, Hong Kong, Australia, Reino Unido, Europa Continental, Oriente Próximo, Japón y Estados Unidos.
 
 

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