(El Nuevo Herald, America Latina. 26.03.2013)
Mientras que en Estados Unidos siguen las disputas sobre la política de inmigración, Brasil ya ha tomado una decisión acerca de los inmigrantes. Quiere más: hasta 6 millones más.
Son necesarios, dijeron las autoridades brasileñas, para acelerar el desarrollo de Brasil.
“En un mundo globalizado, necesitamos no sólo el flujo de bienes y servicios, sino también el flujo de las mentes”, dijo el secretario brasileño de Asuntos Estratégicos, Ricardo Paes de Barros. “No estamos detrás de la población; buscamos talento y capital humano. Con la apertura de la sociedad, podemos acelerar el proceso de desarrollo”.
Para un país que una vez se enorgulleció de su pasado inmigrante, Brasil tiene ahora una de las tasas más bajas del mundo de ciudadanos nacidos en el extranjero.
“Brasil se ha vuelto extremadamente cerrado a la inmigración”, dijo Paes de Barros. “Solíamos enorgullecernos de ser una nación compuesta por inmigrantes. Pero eso ya no es cierto”.
La llamada “gran inmigración” de Brasil llegó en la segunda mitad del siglo XIX. Entre 1888 y 1929 —con la excepción de la Primera Guerra Mundial— más de 100,000 inmigrantes llegaron anualmente, con los italianos a la cabeza, seguidos por los inmigrantes de Portugal, España, Alemania, Oriente Medio, Polonia, Rusia y Ucrania. Al principio venían a trabajar en las plantaciones de café de Brasil, pero luego se les necesitó en las fábricas, a medida que Brasil se industrializaba rápidamente.
También hubo una inmigración a paso ligero desde Japón en los años 1920 y 1930. Pero después de eso, con el objetivo de preservar la identidad brasileña, se crearon las cuotas de inmigración, y los torrentes de recién llegados se redujeron al mínimo, a excepción de un breve brote después de la Segunda Guerra Mundial.
Hace un siglo, dijo Paes de Barros, 7.3 por ciento de la población brasileña había nacido en el extranjero. Ahora esa cifra se ha reducido a sólo 0.3 por ciento. Por el contrario, el Censo de EEUU del 2010 encontró que casi 13 por ciento de la población era de origen extranjero.
“Queremos llegar al menos hasta 2 por ciento —tal vez 3 por ciento”, dijo Paes de Barros en una entrevista telefónica desde su oficina en Brasilia. Con una población actual que se estima en 199 millones, Brasil está potencialmente en el mercado para recibir hasta 6 millones de inmigrantes.
“Y no hay ningún problema si los extranjeros vienen temporalmente y luego quieren volver a sus países de origen”, dijo Paes de Barros. “Preferimos pensar en eso como un intercambio de conocimientos, no una fuga de cerebros”.
A pesar de que el número de visas de trabajo que Brasil ha concedido a los extranjeros se ha incrementado en los últimos años, el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff se da cuenta de que aún queda mucho por hacer.
Obtener una visa de trabajo puede ser engorroso. Puede tomar muchos meses y, en algunos casos, hasta 19 documentos, que deberán presentarse en un consulado brasileño, dijo André Sacconato, director de investigación de Inversiones y Negocios de Brasil, cuya sigla en portugués corresponde a BRAiN (cerebro en inglés), y cuyo cometido es servir de catalizador para la consolidación de Brasil como centro internacional de negocios e inversiones. BRAiN ha realizado estudios para el gobierno sobre el impacto de la inmigración
Entre las ideas que se examinan están la ampliación de los tipos de visas de trabajo, extender visas de trabajo a los familiares de los trabajadores extranjeros para que ellos también pueden tener un empleo en Brasil, hacer que el procedimiento de solicitud sea menos costoso y más favorable, y permitir que los trabajadores extranjeros reciban visas “condicionales” mientras esté pendiente una investigación para demostrar que no se cuenta con trabajadores brasileños equivalentes.
Brasil ya ha comenzado a eliminar algunos de los trámites burocráticos necesarios para obtener una visa de trabajo, al permitir la presentación digital de algunos materiales de visado.
Paes de Barros dijo que también le gustaría que el Congreso Nacional aprobara una resolución que estimule la inmigración y una ley que cree una agencia o comisión con el objetivo declarado de incrementar la inmigración.
“Los detalles todavía se están elaborando”, dijo. Un grupo de trabajo de agencias gubernamentales y universidades se reunió todos los meses durante el año pasado para revisar la política de inmigración y dar sugerencias sobre cómo mejorarla en las próximas décadas, no sólo en respuesta al récord de bajo desempleo del país.
Lo que Brasil necesita ahora son ingenieros: especialmente ingenieros químicos, de minas y eléctricos, y médicos, arquitectos y técnicos, dijo Sacconato. Lo que no necesitamos son más abogados y personas con títulos en ciencias sociales, dijo.
“El mundo desarrollado tiene que exportar profesionales”, dijo. “Los jóvenes que se acaban de graduar necesitan trabajo”.
Especialmente grave es la escasez de ingenieros, necesarios no sólo para la minería de Brasil y sus industrias de petróleo y gasolina, sino también para sus grandes proyectos de carreteras, infraestructuras y comunicaciones.
Las universidades brasileñas están graduando 40,000 ingenieros al año, pero hay una necesidad de 60,000 nuevos ingenieros cada año, dijo Sacconato.
Si bien los representantes de la industria del petróleo y la gasolina dicen que ha sido relativamente fácil conseguir visas para profesionales cualificados, los trabajadores de otros sectores enfrentan más dificultades.
Un consultor ambiental inglés, por ejemplo, trabajó “por debajo de la mesa” mientras trataba de obtener una visa. “El trabajo funcionó realmente bien, pero el problema era conseguir la visa”, dijo el trabajador, que pidió que ni su nombre ni la empresa donde trabajaba fueran revelados, debido a su estatus ilegal.
Renunció a su búsqueda de la visa al sentirse frustrado después de gastar lo que él llamó “una cantidad enorme de dinero” en escriturar documentos y en vuelos a Inglaterra para tratar de obtener una visa y regresar a casa, después de pagar una multa por sobrepasar el tiempo de su antigua visa.
Pero Rosangela Gomes, vicepresidenta de G-COMEX, una compañía con sede en Río de Janeiro que recluta mano de obra para la industria del petróleo y la gasolina, dijo que siempre que un trabajador extranjero cumpla con los criterios establecidos por un empleador potencial, por lo general sólo necesita alrededor de un mes para obtener una visa.
El año pasado Brasil otorgó 73,022 visas a trabajadores extranjeros, pero sólo 8,340 de ellas fueron visas permanentes. Aún así, esa cifra estuvo muy por delante de las 42,914 visas otorgadas en fecha tan reciente como el 2009. El número de visas otorgadas a profesionales también ha aumentado de forma espectacular desde el 2009.
Residentes de Estados Unidos recibieron la mayoría de las visas de trabajo: 9,209, seguidos por trabajadores de las Filipinas, Haití, el Reino Unido, India, Alemania, China e Italia.
A pesar del creciente número de visas de trabajo que se está concediendo, “todavía se trata de un flujo muy reducido de personas”, admitió Paes de Barros. “Necesitamos millones de personas”.